Oniria Uno

“Estimado Freud-Lan:

Estoy casada desde hace veinticinco años, los mismos que llevo aburriéndome en la cama con mi marido. El caso es que desde hace casi dos años tengo un sueño recurrente; soy una magdalena. Me despierto cuando un tipo muy atractivo, al que creo no conocer, está a punto de mojarme en un vaso de leche después de quitarme el papel. ¿Cree que uno de sus micros podría ayudarme a dejar de soñar cada día con esta estupidez?

Atentamente,

Magdalena Capricornio”

Querida Magdalena, creo que tiene un problema serio con su marido en el que no debo ni quiero entrar. En respuesta a su carta voy a regalarle un sueño. Solo tiene que cargarlo en su hipocampo, él se encargará de enviarlo a la corteza prefrontal de su cerebro para sustituirlo por el soso y recurrente que tiene todos los días. Bueno... no entraré en aspectos técnicos de los sueños que no vienen al caso, estoy seguro de que, si persevera en intentar cambiarlo, lo conseguirá.

Ah, una última cosa, he decidido llamar David a su “tipo muy atractivo” porque me consta que todos los llamados con ese nombre lo suelen ser.

Este es su nuevo sueño en 100 palabras. ¡Disfrútelo!

Freud-Lan of All-Saints

Magdalena

—Oh, su disfraz es… diferente.

No acabo de entender las palabras de David. Cuando recibí la invitación a su fiesta ponía muy claro que tenía que venir disfrazada de Magdalena. Poco me ha costado salir de mi error, en cuanto he visto su disfraz de Jesucristo y que por detrás de él pasaba Poncio Pilatos.

—Todo tiene arreglo —dice.

—¿Arreglo? —pregunto mientras me arrastra de la mano.

El papel de la magdalena está tirado en el suelo de la habitación y…

—¡Joder… es tan … tan atractivo! —susurro.

Sé que me mojaré, pero no será en un vaso de leche.

PD. Quiero que entienda, estimada Magdalena, que 100 palabras tampoco dan para tanto. Además, debe pensar que esto lo pueden leer menores. Utilice un poco su imaginación.